Los testimonios coinciden en señalar a un médico cuyo consultorio fue clausurado el año pasado al descubrirse que funcionaba sin permisos de salubridad, aun así, continuó con tratamientos de belleza, pero ha ido más allá de lo que promueve, no solo aplica sustancias para rejuvenecer rostro, sino que realiza intervenciones quirúrgicas en un lugar que no tiene el aval de la Secretaría de Salud.

Casos de negligencia se cuentan por decenas, pero denuncias no hay una sola, porque mujeres que quedaron con cicatrices de por vida, que sufrieron infecciones graves, enfrentan el temor a ser cuestionadas por una sociedad que todavía no ha digerido ni normalizado la cirugía estética.

Es de eso de lo cual se valen médicos de dudosa ética para cobrar por servicios sin tener herramientas ni personal calificado con casos de éxito, sí, como también historias de terror en las que pacientes han estado a punto de perder la vida o quedan marcadas para siempre con la responsabilidad directa para una autoridad que no actúa porque no hay denuncias.

Hay que decirlo claro y directo, hay que poner el dedo en la llaga, el doctor al que se refieren algunos relatos de efectos secundarios en operaciones estéticas ya estuvo bajo investigación, su clínica permaneció cerrada por falta de licencias y ni así se ha puesto en regla, sigue con prácticas que necesitan ser evaluadas para que existan garantías y se reduzcan los riesgos.

Y mientras la Secretaría de Salud inicia procesos de verificación, la población, sobre todo, las mujeres tienen que saber que para un tratamiento de belleza y más cirugías hay consideraciones médicas que jamás deben pasarse por alto y que lo mejor es buscar especialistas con equipo adecuado, instalaciones adecuadas y sentido de ética para no poner en peligro la vida buscando ser siempre bellas.