Como siempre la zona de la polémica está en Fátima donde las autoridades contabilizaron a decenas de personas con daños cuantiosos en viviendas, pérdidas de muebles y una categoría de desgracia que, por más que se aplique un criterio solidario, no se vio por ningún lado.
Hay testimonio y evidencia de afectación en áreas muy puntuales y específicas donde hay asentamientos que obstruyen el paso natural del agua con el riesgo latente de inundaciones cada temporada de lluvia.
Pero como lo señalan vecinos, a las familias de esas zonas se les ha apoyado en más de una ocasión para reparar casas y hasta para reubicarse porque en algún momento recibieron una vivienda en otra colonia, pero se devolvieron a la propiedad que les representa un peligro.
Hoy nuevamente aparecen en la lista de damnificados y se habla de la posibilidad de ayuda para que construyan casa en otra parte, lo que indignó a un grupo de residentes de Fátima que conocen su historia y están en contra del abuso y mal uso de los recursos que se entregan o deberían canalizarse a gente que de verdad necesita y el de las personas señaladas no es el caso.
Con la consideración que merecen toda la gente afectada en menor o mayor medida por las lluvias, el gobierno debe estar atento para distribuir los apoyos sin caer en la tentación de aplicar un criterio político para favorecer a quienes les ofrecen apoyo en elecciones o en asuntos de partido y sin fomentar viejas prácticas de personas que han lucrado con la desgracia. Mejor es analizar bien el padrón, hacer una depuración y respaldas a las familias que en serio se quedaron sin bienes y van a agradecer el apoyo del gobierno.